Uno de los mayores obstáculos que tienes que superar para poder crear tu propio camino es el miedo al fracaso.
¿Y si no doy la talla?
¿Y si sale todo mal?
¿Y si me estoy equivocando y acabo en una situación peor que en la que me encuentro ahora mismo?
Este es el tipo de preguntas que inevitablemente te haces una y otra vez antes de tomar cualquier decisión importante con un resultado incierto.
En mi caso, hay personas que ven a dónde he llegado y se imaginan que soy una especie de súper héroe que lo hace todo bien, pero la realidad es muy distinta.
He fracasado, y he fracasado muchas veces.
Aquí tienes algunos ejemplos:
En multitud de ocasiones este miedo al fracaso nos paraliza, y al final acabamos por ir a lo seguro y no hacer nada. Nos comportamos como dice el refrán (que, por cierto, odio a muerte): “más vale malo conocido que bueno por conocer”.
Me da rabia ver a tanta gente bloqueada, incapaz de actuar o tomar decisiones, a causa de este miedo. Por eso, en este post quiero compartir contigo algunas reflexiones sobre el fracaso que he ido acumulando en los últimos años y que quizá te sirvan para desbloquearte o para ayudarte a gestionar tus errores cuando éstos ocurran.
¡Espero que te sean útiles!
1. ¿Qué es lo peor que puede pasar?
Una noche, cuando todavía estaba barajando la posibilidad de
dejar mi trabajo para irme a viajar por el mundo, me senté delante de mi cuaderno e hice dos listas: una con lo peor que me podía pasar si tomaba la decisión, y otra con lo mejor.
En la primera lista puse cosas como “gastarme todo mi dinero borracho en un casino” o “pillar una malaria y estar al borde de la muerte”.
En la segunda anoté frases como “vivir experiencias inolvidables”, “hacer amigos para toda la vida” o “encontrar la idea de negocio definitiva”.
Luego, junto a cada punto, escribí la probabilidad estimada de que algo así ocurriese.
Lo que me hizo ver este ejercicio es que lo peor que me podía ocurrir tampoco era TAN terrible –volver a casa con mis padres sin un duro–, y que además era bastante improbable. Por el contrario, tenía mucho que ganar si me iba bien en mi aventura.
Creo que, en la mayoría de los casos, sobredimensionamos las consecuencias de que las cosas no salgan bien. Nos imaginamos que si fallamos será el fin del mundo, y gracias a dios no es así. Por eso, a mí me ayuda mucho preguntarme: ¿qué es lo peor que podría pasar?
2. Falta de información
Me he dado cuenta de que muchas veces el origen del miedo al fracaso es la falta de información.
Cuando nos enfrentamos algo desconocido, que no hemos hecho antes, tendemos pensar que es más difícil de lo que realmente es, y por eso nos asusta más de lo que debería.
Es algo que me ha pasado una y otra vez, y la mejor manera de solucionarlo suele ser tirándose a la piscina, porque una vez que te pones manos a la obra te das cuenta de que no era para tanto.
En los casos en que tirarse a la piscina sea demasiado arriesgado, también puede ser útil preguntar a alguien que ya haya pasado por ahí para que te cuente su experiencia, o simplemente investigar sobre el tema.
Todavía recuerdo el día que entré en Microsoft. Estaba acojonado porque mis compañeros habían estudiado en las universidades más prestigiosas del mundo y pensaba que no iba a estar a su altura. Pero según pasaban las semanas fui dándome cuenta de que yo también podía hacer mi trabajo igual de bien que ellos y que no tenía nada que envidiarles.
3. Pasa del qué dirán
Si profundizas en el porqué de tu miedo al fracaso, puede que descubras que realmente no temes fracasar, sino los comentarios de la gente al respecto. Los famosos “ya te lo avisé” y “te está bien empleado”.
Vivimos en un país en el que no gustan los rebeldes. Al que abandona el rebaño en busca de algo mejor le esperan palos a su regreso si no le va bien, y si triunfa es sólo porque “tuvo suerte”.
Este fenómeno es inevitable y no tiene pinta de que vaya cambiar en los próximos años, así que lo mejor que puedes hacer es ignorarlo.
Para empezar, no puedes tomar decisiones basándote únicamente en qué dirán o pensarán de ti los demás. Tu vida es sólo tuya, y lo importante es que TÚ estés satisfecho y orgulloso de ella.
Segundo, hagas lo que hagas, nunca conseguirás contentar a todo el mundo. Es imposible, una batalla perdida. Así que mejor contentarte a ti mismo y elegir tu propio camino.
Por último, ignora los comentarios de aquellas personas que no significan nada para ti (compañeros de trabajo envidiosos, falsos amigos y demás calaña). No tienen ningún valor. Escucha sólo a tu círculo más cercano. Si de verdad te quieren acabarán aceptando tu decisión, y si te equivocas y luego no te va bien, te recibirán con palabras de ánimo y no con golpes.
4. Todo es relativo
Llevo un buen rato utilizando la palabra fracaso, pero… ¿alguna vez te has preguntado qué significa realmente fracasar?
Como cuento en la introducción, mi primer proyecto online no me fue demasiado bien. Mis expectativas en cuanto lo que iba a ganar eran completamente erróneas, y estuve trabajando medio año para construir y posicionar una web que no daba dinero. Y por si fuera poco, Google me dio el golpe de gracia cerrándome la cuenta de AdSense.
Pero, a raíz de eso, descubrí el programa de afiliados de Amazon y creé
comprarebookya.com, que estos últimos años me ha generado miles de euros y que todavía sigue dándome dinero.
Por lo tanto… ¿debería considerar ese primer proyecto como un fracaso? ¿O simplemente debería verlo como un paso necesario antes del éxito?
Al final, el concepto de fracaso es muy relativo. Hay que dejar que pase el tiempo antes de evaluar si algo fue realmente negativo o positivo.
Esto me recuerda la fábula favorita de
Derek Sivers, que dice lo siguiente:
Un granjero tenía un solo caballo. Un día, el caballo se escapó.
Sus vecinos le dijeron, “Lo siento muchísimo. Qué mala suerte. Debes estar muy disgustado.”
El hombre simplemente respondió, “Ya veremos”.
Unos días más tarde, el caballo regresó junto a otros 20 caballos salvajes que le seguían. El hombre y su hijo los metieron a todos en el establo.
Sus vecinos dijeron, “¡Enhorabuena! Qué buena noticia. ¡Debes estar muy feliz!”
El hombre simplemente respondió, “Ya veremos”.
Uno de los caballos salvajes le dio una coz al único hijo del hombre y le rompió ambas piernas.
Sus vecinos dijeron, “Lo siento muchísimo. Qué mala suerte. Debes estar muy disgustado.”
El hombre simplemente respondió, “Ya veremos”.
El país entró en guerra, y todos los adultos capaces fueron reclutados para combatir en el frente. La guerra fue terrible y la mayoría de jóvenes murieron, pero el hijo del granjero siguió con vida porque como tenía las piernas rotas no pudo ser reclutado.
Sus vecinos dijeron, “¡Enhorabuena! Qué buena noticia. ¡Debes estar muy feliz!”
El hombre simplemente respondió, “Ya veremos”.
5. Salir a ganar
Si lees cualquier libro o vas a cualquier charla sobre emprendimiento, acabarás escuchando eso de que “fracasar es bueno”. Que hay que fracasar rápido y barato.
Pues yo no estoy de acuerdo.
Tener éxito y que las cosas te salgan bien es muchísimo mejor que fracasar, se pongan como se pongan los grandes gurús.
¿Que equivocarse y meter la pata no es el fin del mundo? Vale.
¿Que de los errores se aprende? Ok.
¿Que si vas a fracasar es mejor hacerlo rápido y gastando lo menos posible? Totalmente de acuerdo.
Pero la realidad es que, a pesar de todas las bondades del fracaso, si se puede evitar, mejor.
Digo esto porque veo a mucha gente que idolatra el fracaso y que lo ve como algo necesario, inevitable e incluso honorable. Que ya están pensando en lo mal que les va a ir todo antes de empezar. Y en mi opinión, esto es un error.
SIEMPRE, SIEMPRE, SIEMPRE, hay que salir a ganar. Con humildad y sin falsas expectativas, pero intentando evitar el fracaso a toda costa.
¿Que luego no consigues el resultado que querías? Bueno, en ese caso intenta sacar el máximo partido de la experiencia, pero tu objetivo inicial siempre debe ser triunfar.